domingo, 4 de febrero de 2018

Cuando me lo contaron sentí el frío
de una hoja de acero en las entrañas,
me apoyé contra el muro, y un instante
la conciencia perdí de donde estaba.
Cayó sobre mi espíritu la noche,
en ira y en piedad se anegó el alma,
¡y entonces comprendí por qué se llora!
¡y entonces comprendí por qué se mata!
Pasó la nube de dolor... con pena
logré balbucear breves palabras...
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo...
Me hacía un gran favor... Le di las gracias.

Gustavo A.  Béquer
Del salón  en el ángulo oscuro, 
de su sueño tal vez olvidada; 
silenciosa y cubierta de polvo, 
veíase el arpa. 

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 
como el pájaro duerme en las ramas, 
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas! 

¡Ay! -pensé -, ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, 
y una voz como Lázaro, espera
que le diga: ¡Levántate y anda! 


Gustavo A. Béquer

Conocimiento humano y teoría de las ideas

El conocimiento establece entre el ser humano y el Ser en si una relación que no es puramente intelectual, sino que compromete también a la voluntad. Platón define esta relación como amor. Platón escribe sobre la teoría del amor en el banquete y fedro. En ambos diálogos se ocupa de establecer con precisión cuál es el carácter que lo define: el amor es el deseo de algo que no se posee, pero de lo que se tiene necesidad. La mitología, en efecto, hace a Eros hijo de Penía (pobreza) y de Poros (abundancia). Por ser hijo de Penía se encuentra en la indigencia, pero por ser hijo también de Poros aspira permanentemente alcanzar aquello que no posee. Eros no posee la Belleza, sino que la desea; tampoco tiene la sabiduría, pero aspira a conseguirla y, por ello, es filósofo, mientras que los dioses son sabios.

La principal aspiración del amor es la belleza está la encontramos en diferentes grados y el ser humano habrá de elevarse de unos a otros en un lento camino. En un principio, comienza amando la belleza de un cuerpo bello. Después, advierte que la belleza es igual en todos los cuerpos y así a desear y amar toda la belleza corporal. Por encima de la belleza del cuerpo se sitúa la belleza del alma, y más arriba aún, la belleza de las instituciones y de las leyes. A continuación se sitúa la belleza de las ciencias y, por encima de todo, la belleza en sí, eterna, perfecta, siempre igual a sí misma y fuente de toda otra belleza.

Vemos así que el paso del mundo sensible al mundo inteligible se realiza por movimiento erótico. Cuando el amor es sentido y realizado en su verdadera naturaleza, se convierte en Guía del alma hacia el mundo del Ser. En este caso ya no es solo deseo, impulso, delirio, sino que se transforma en un procedimiento racional, en dialéctica amorosa de las almas en el aprender y en el enseñar.

Para mantener su teoría de las ideas, Platón se valió de las siguientes razones:

 El mundo de las ideas el fundamento del mundo sensible. El mundo sensible no se explica por sí mismo. Todas las cosas que hay en él nacen y perecen, luego no son verdaderamente. No son, puesto que dejan de ser o no han llegado a ser. El verdadero Ser ha de permanecer y ser inmutable.

Las propiedades de las cosas sensibles se manifiestan de forma limitada. Así, la belleza de un cuerpo bello no es belleza pura, porque además es muchas cosas más, como carne y huesos. La belleza pura es simplemente belleza y las cosas bellas lo son porque participan de la belleza pura.

La ciencia trata sobre la immutable y lo universal. Por tanto, para que haya ciencia las formas universales deben tener más valor de realidad u objetividad que los individuos particulares.

Ejemplo: Los matemáticos estudian el triángulo en general, no el triángulo dibujado en la pizarra. Igualmente, la medicina trata sobre el cuerpo humano en general no sobre un cuerpo humano particular.

No se puede conocer intelectualmente lo singular si no lo referimos al universal. Por ejemplo, no sabríamos si un comportamiento es justo si no consideramos el modelo de la justicia en sí. El conocimiento de los universales, por tanto, es anterior al conocimiento de los singulares. Entonces, el conocimiento de los universales no puede provenir del conocimiento de los singulares, porque lo más perfecto no puede provenir de lo menos perfecto.


 ¡Hermanos!, regocijémonos de tener a unos políticos tan bondadosos y una sociedad tan implicada en la cruzada contra un virus que ha vuelto...