domingo, 4 de febrero de 2018

Del salón  en el ángulo oscuro, 
de su sueño tal vez olvidada; 
silenciosa y cubierta de polvo, 
veíase el arpa. 

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 
como el pájaro duerme en las ramas, 
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas! 

¡Ay! -pensé -, ¡cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, 
y una voz como Lázaro, espera
que le diga: ¡Levántate y anda! 


Gustavo A. Béquer

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