El único ser realmente maligno eres Tú. Porque no hay nadie que pueda causarte mayor detrimento que Tú. Y lo más grave de todo es no poder llegar a apreciar uno mismo su propia autodestrucción. Preferimos echar balones fuera, por lo que recurrimos al diablo, al demiurgo-jehová-satanás o a otro tipo de milongas con tal de no aceptar de que lo toxico en todo esto es una parte de nosotros mismos.
Con la maldad en el mundo o demás problemas de ámbito internacional ocurre exactamente lo anteriormente expuesto. Parece que no somos capaces de aceptar la perversidad en los seres humanos ya que debemos buscar culpables en otro lado. Y ahí está la cosa, al no hallar nada recurrimos a la invención. No existe un ser ajeno a nosotros culpable de toda la mierda que hay en la faz de la tierra.
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