domingo, 13 de octubre de 2013

En todo este proceso evolutivo que el demiurgo ha ideado y está propulsando, tiene mucha importancia la muerte y la reencarnación de los seres humanos. Cuando un ser humano muere, muerto ya su físico, el alma es separada del cuerpo llevando consigo al Espíritu encadenado, pues el Espíritu está encadenado al alma y no al cuerpo. Está unido al cuerpo a través del alma.
Después de la muerte física, el alma se retira  llevando consigo el Espíritu. Lleva a ese Espíritu a otros planos y allí continúa siendo castigada. Este mundo es el infierno, está lleno de castigos y sufrimientos desde el nacimiento hasta la muerte. Pero después de la muerte el sufrimiento continúa, e incluso puede hacerse más intenso todavía. Es castigada el alma por todas las conductas que ha tenido aquí en la Tierra, mientras estaba en el cuerpo físico. El alma es golpeada, castigada, dicen algunos, hasta que es trasladada a un nuevo cuerpo para seguir sufriendo. Nadie se salva del infierno, ni siquiera  con la muerte. Cuando el alma se ha separado del se ha separado del cuerpo sigue sufriendo, y a veces más que ante. 
Y así, através de sucesivas muertes y reencarnaciones se va modelando la conducta del ser humanor. Se engaña a los hombres diciéndoles que estos castigos son para su bien, que de esta manera los hombres van  "majorando", y se van pareciendo más a su demiurgo, a su satanás.
Pregúntenle  a ese demiurgo-jehová-satanás, a quien llaman juez justo y dios de amor por qué inventó tantos virus y enfermedades. Nada responder, porque además de injusto es sordo y ciego. El demiurgo se alimenta del dolor y el sufrimiento de los hombres.

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